Macrobiotica, Permacultura y Biodinámica

Macrobiotica, Permacultura y Biodinámica

Monte Vale Madeira es un lugar mágico, en el corazón del Alentejo (Portugal), donde tengo el privilegio de vivir y experimentar la filosofía macrobiótica en su esplendor. Aquí todo se reaprovecha y la armonía con la naturaleza es una constante. La energía de nuestra casa es solar, consumimos nuestra propia agua, producimos nuestros alimentos, reaprovechamos nuestro desperdicio y hacemos que la basura de hoy en otros lugares sea uno de nuestros fertilizantes, aquí, mañana.

Pero toda esta magia y abundancia de alimento sólo son posibles porque el suelo es tratado con un cariño y respeto que potencian cualquier cosecha.

Creemos que «el objetivo de la agricultura no es el cultivo de cosechas, sino el culto y perfeccionamiento de los seres humanos» tal como escribió Masanobu Fukuoka, en su tan famoso libro La Revolución De Una Paja.

A pesar de no ser especialista en agricultura, permacultura o biodinámica, he aprendido cómo cuidar de los suelos, por el hecho de vivir con un especialista en esas materias y ayudarle casi a diario a cuidar de nuestro huerto. También tengo la oportunidad de observar otros proyectos y entender que los detalles cuentan mucho para el resultado final de los alimentos que vamos a cosechar.

Pero, ¿qué hacemos entonces para tener suelos fértiles y vegetales sanos, orgánicos y muy sabrosos?

Al contrario de lo que se hace en otros lugares, en nuestra huerta la tierra no es labrada y los bancales donde la comida crece no son pisados. Abonos o fertilizantes químicos y pesticidas nunca se utilizan, por lo que a pesar de que no tengamos certificación tenemos alimentos orgánicos de corazón.

Las raíces y hojas de lo que es cosechado se quedan siempre en la tierra pues su descomposición nos va a dar materia orgánica y, de vez en cuando, traemos bolsas cargadas de hojas y tierra del bosque que depositamos en las camas (como llamamos a los sagrados bancales donde cultivamos).

En el verano, para impedir que la tierra se seque demasiado, las camas se tapan con hojas de periódico, paja, o capas de hojas secas que luego acaban por abonar la tierra.

De esta forma, garantizamos que a cada año la tierra donde vamos a plantar sea cada vez más suave y con más nutrientes. Los miles de seres vivos que habitan el suelo encuentran allí un lugar seguro para crecer y multiplicarse, brindándonos con fertilidad creciente. A cada cosecha, observamos la renovación y rehabilitación de un suelo que hace unos 6 años era compuesto mayoritariamente de piedra y donde muy poco podría crecer.

Nos apoyamos en los conocimientos de la permacultura para tener los mejores resultados. Para los que la desconocen, esta es una filosofía que trabaja con la naturaleza y no contra ella, que viene de una observación larga y cuidadosa de la misma, en vez de un trabajo prolongado e irreflexivo y donde las plantas y los animales son mirados teniendo en cuenta todas sus funciones y necesidades.

Por esa razón, plantamos el maíz con la calabaza y el frijol ya que de la mezcla de estas tres variedades de plantas resulta una combinación armoniosa entre ellas. Las raíces del maíz van a ayudar a abrir el suelo al mismo tiempo que la planta, alta y firme, servirá de soporte al crecimiento del frijol que sube como una trepadora por el pie de maíz. El frijol va a liberar nitrógeno para fortalecer el suelo y la calabaza, una planta rastrillada y de mucho follaje, va también a proteger y refrescar el suelo. Plantamos tomates intercalados con albahaca, porque entre ellos se protegen y apoyan. Y las simbiosis continúan entre un sin fin de plantas.

La forma como plantamos tiene como base las características del local y de cada planta, para que todas sus vecinas sean compañeras de apoyo, por los nutrientes aportados a la tierra, por sus secreciones que puedan alejar plagas e insectos indeseados, o simplemente por su propia morfología creando sinergias entre ellas.

Además, elegimos cuidadosamente los días en que plantamos, podamos, cosechamos, o fermentamos, teniendo en cuenta las posiciones de los astros. De la misma manera que notamos la influencia de una luna llena o nueva en las mareas o incluso en nuestra forma de estar, también las posiciones de los demás astros influyen en nosotros y en la agricultura.

La biodinámica es nuestra gran aliada en esta temática. Ella tiene mucho en común con otros enfoques orgánicos,  pero va más allá en el uso del calendario astrológico para la elección de siembra, riego y cosecha, potenciando las influencias que las posiciones de los astros en el cielo ejercen sobre los elementos químicos y recursos hídricos en la Tierra.

En resumen, el calendario biodinámico divide los días del mes en flor, hoja, fruto o raíz, existiendo aún días adversos. Sabemos entonces que un día de raíz será más beneficioso para plantar y cosechar rábanos, cebollas, rabanitos, bardanas, o, por ejemplo, zanahorias. Que en un día de fruto debemos hacer las siembras o cosecha de manzanos, higueras, calabazas, calabacines, pepinos, o tomates. En hoja, plantamos y cosechamos lechuga, coles, berro, o espinaca. Y en flor, plantamos dalias, rosas, camomilas, caléndulas, u otra planta cuyo objetivo sean sus flores.

A través de sus conocimientos, sabemos que en días de luna llena cuando la energía de las plantas está más en su parte superior, no es bueno para podar, ya que si lo hacemos, la planta va a quedar demasiado débil. Al revés, en ese día es bueno para arrancar o cortar hierbas indeseadas, pues con la energía concentrada en su parte superior, con un corte, ellas quedarán con sus raíces debilitadas y tendrán más dificultad en volver a crecer.

Por fin, como siempre han hecho nuestros abuelos, tenemos en cuenta la rotación de cosechas, alternando entre cosechas de plantas exigentes (en nutrientes) con otras poco exigentes, o medianamente exigentes. De esta forma, aseguramos que se mantiene la biodiversidad y la calidad del suelo. A modo de ejemplo, os dejo una muestra de lo que pueden ser estos diferentes grupos de alimentos.

Plantas exigentes – patata, calabaza, calabacín, tomate, pimiento, berenjena, melón, pepino, sandía, coles, coliflor o maíz.

Plantas medianamente exigentes – zanahorias, acelgas, lechugas, escarolas, puerro, remolachas, rábanos, pastinacas.

Plantas poco exigentes y mejorantes – ajos, cebollas, rabanitos y principalmente las legumbres (guisantes, frijoles, habas, soja, lenteja, altramuz).

A pesar del dicho de que dos es bueno y tres es demasiado, para este caso específico, considero que el matrimonio de estas 3 filosofías es maravilloso, ya que la permacultura y la biodinámica potencian toda la filosofía macrobiótica, posibilitando la producción de alimentos sin la utilización de productos químicos y técnicas invasivas, respetando totalmente los ciclos de la naturaleza.

Básicamente, en todo lo que hacemos, intentamos respetar lo más posible el orden natural de las cosas, cooperando con la naturaleza para vivir en armonía con ella. Y lo mejor de todo esto, para mí, es que todos los días aprendo algo nuevo a través de la observación, y cada vez más vibro con la Tierra. Y hay algo de muy mágico y misterioso cuando nos conectamos con la Tierra y nos permitimos vivir un poco más a su ritmo. Pero eso, ya es materia para otro artículo! : p ��Qvc�\�



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